Para la mayoría de las personas, adoptar un perro es el paso final de un largo proceso de planificación y preparación. En algunos casos, sin embargo, tener tiempo para pensar es un lujo que simplemente no está disponible. En estos casos, adoptar al perro requiere un acto de fe, la creencia de que con trabajo duro y compasión, todo saldrá bien al final.
Un ejemplo notable de tal acto de fe se centró en cuatro cachorros llamados Nemo, Dory, Ariel y Moana. Estos perros eran tan amorosos y adorables como cualquier otro, pero padecían condiciones que limitaban su movilidad. Fueron llevados al refugio de Servicios para Animales del Condado de Miami-Dade después de que alguien los encontrara en las calles. Sin información sobre cuánto tiempo estuvieron callejeros, fue difícil diagnosticar con precisión a los perros.
Lo que quedó claro desde el principio es que los cachorros no podían caminar con normalidad. Si bien los cuatro sufrieron este problema, Nemo y Dory se vieron especialmente afectados. Los cachorros perdían fácilmente el equilibrio y, a menudo, se veían obligados a gatear como un ejército para moverse. Con problemas de salud tan importantes, el refugio se vio obligado a considerar sacrificar a los cachorros. Como último esfuerzo, el refugio envió un correo electrónico a un voluntario pidiendo ayuda. Con solo un par de días antes de que fueran sacrificados, los cachorros fueron rescatados por una mujer llamada Sandra McGlynn.
McGlynn fue el fundador de Rescue Paws 4 Furry Hearts y se sintió conmovido por la difícil situación de estos pobres cachorros. Sin tener tiempo para considerar los riesgos, McGlynn dio un paso al frente y salvó a los perros. Esta decisión fue valiente, ya que su rescate ya estaba lidiando con dificultades financieras. Para recaudar fondos para los cachorros, McGlynn creó una recaudación de fondos en línea. La campaña fue un gran éxito, ya que McGlynn no solo encontró suficiente apoyo para pagar las facturas médicas de los perros, sino también una mujer llamada Jannette Van Brakel que se ofreció a cuidar a los perros si sobrevivían.
Con el futuro mirando hacia arriba para los perros, McGlynn los trajo a casa. Los llevó a varios veterinarios diferentes para descubrir la razón por la cual los cachorros no podían caminar. Desafortunadamente, ella no obtuvo una respuesta definitiva. Las posibles explicaciones iban desde condiciones congénitas hasta el síndrome de los nadadores, un trastorno del desarrollo.
Van Brakel, sin embargo, simplemente vio cachorros que querían crecer y jugar. A pesar de no saber exactamente cuál era la condición, comenzó un tratamiento que incluía juegos y fisioterapia. Sorprendentemente, con el cuidado y la atención de Van Brakel, los perros comenzaron a mejorar rápidamente. De hecho, Dory pudo caminar después de solo unos días. Jugar con pelotas es particularmente efectivo en términos de terapia, ya que desarrolla su fuerza y coordinación. Por supuesto, a los cachorros también les encanta.
A veces, es necesario un acto de fe para lograr un impacto que cambie la vida. La decisión de McGlynn de rescatar a los cachorros del refugio se tomó sin estabilidad financiera. Esta decisión llevó a Van Brakel, quien decidió acoger a los perros sin saber exactamente a qué se debía su discapacidad y cómo tratarla. Sin embargo, el cuidado y el amor que los cachorros rescatados han recibido a través de estas valientes decisiones ha hecho una gran diferencia. Poder jugar no solo es importante para su salud y felicidad, sino que también hará que sea mucho más fácil encontrar a alguien dispuesto a adoptarlos.
La adopción de animales con necesidades especiales no es una decisión que deba tomarse a la ligera. Sin embargo, para las personas que están verdaderamente dedicadas a ayudar a los animales que lo necesitan, a veces confiar en que los perros prosperarán con el cuidado adecuado es todo lo que se necesita para cambiar sus vidas.